La historia de vida de...
Avelina
Con unas vistas privilegiadas, Avelina vive en un edificio frente a la catedral de Astorga. Regentaba un bar junto a su marido, pero tuvieron que cerrarlo. Aún estaba en activo cuando le diagnosticaron párkinson y, aunque le encantaba estar cara al público, los bloqueos en la marcha dificultaban su rutina.
Solía ir los domingos al baile junto a su marido, era una de sus mayores aficiones. Lo recuerda con especial cariño porque, aunque aún le encanta la música, ya no puede disfrutarla de la misma manera.
Sus mayores apoyos son su marido y sus hijos, especialmente su hija. También la Asociación de Párkinson de Astorga y todo su personal. Allí acude todos los lunes y jueves para participar en diferentes terapias y actividades.
Asegura que hasta hace poco se defendía sola, pero cada vez se suman más dificultades y salir a dar un paseo se ha convertido en una carrera de obstáculos. La falta de accesos habilitados para la silla de ruedas supone un problema cada vez que quiere salir de casa porque las aceras no están adaptadas y apenas hay rampas.