Mª Dolores era maestra de educación infantil. Siempre tuvo claro que quería dedicarse a la docencia, profesión que compartía con su padre. Estudió en Santiago de Compostela, pero pronto se desplazó a O Buzaco, donde estuvo ejerciendo durante 33 años.

Recibió el diagnóstico poco antes de su jubilación, pero empezó con los síntomas año y medio atrás: lo que al principio parecían unos vértigos derivó en un diagnóstico de párkinson que llegó tras varias visitas a diferentes especialistas.

Sin embargo, no hay actividad que se le resista. Hace deporte a diario, costura, toca la pandereta, el tambor, canta, viaja… Asegura que no todos los días son buenos, pero intenta mantenerse activa pese a los problemas de sueño que le ocasiona la enfermedad.

Su marido, junto a sus hijos y a sus hermanas, son sus grandes apoyos. También la Asociación de Párkinson de A Coruña y la Asociación cultural de su pueblo, de las que participa en diversas actividades. De hecho, le encantaría que todas las personas que se encuentren en su misma situación se animasen a asociarse.

Su pueblo es su hogar, lo tiene claro. En él ha encontrado la tranquilidad, pero también una gran red de apoyo. Sin embargo, cada vez que tiene que acudir a consulta tiene que desplazarse hasta A Coruña y no siempre es fácil. Para llegar, tiene que ir en coche, siempre acompañada de su marido. El trayecto hasta su hospital de referencia es de 1 hora de autopista y 2,50 euros de peaje, más otra hora de autopista para volver. Porque hacer el trayecto por carretera convencional suma 20 minutos más a la ruta y llega agotada a casa.